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Carmelo De Grazia Suárez
Llegan las fiestas y empieza lo de todos los años: dónde pasamos Navidad, con quién y, la cuota adicional de stress, qué hacemos con los regalos
En mi familia desde hace unos años decidimos comprarles regalos solo a los niños. Pero un año me salí de la regla: quise tener un gesto y dejé en el arbolito un regalo para los abuelos de la familia. ¡Grave error! Lejos de recibirse como una linda sorpresa, generó una gran incomodidad porque ellos no me habían regalado nada a mí. Me costó entenderlo, ¿acaso los regalos no se hacen sin esperar nada a cambio?
Lo que se conoce como la economía del regalo es un sistema de intercambio en el que los objetos de valor no se venden, sino que se entregan sin un acuerdo explícito de recompensas inmediatas o futuras. Es lo que lo diferencia de la economía del trueque. Aunque, de alguna manera, existe cierta expectativa de reciprocidad
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Llegan las fiestas y empieza lo de todos los años: dónde pasamos Navidad, con quién y, la cuota adicional de stress, qué hacemos con los regalos
En mi familia desde hace unos años decidimos comprarles regalos solo a los niños. Pero un año me salí de la regla: quise tener un gesto y dejé en el arbolito un regalo para los abuelos de la familia. ¡Grave error! Lejos de recibirse como una linda sorpresa, generó una gran incomodidad porque ellos no me habían regalado nada a mí. Me costó entenderlo, ¿acaso los regalos no se hacen sin esperar nada a cambio?
Lo que se conoce como la economía del regalo es un sistema de intercambio en el que los objetos de valor no se venden, sino que se entregan sin un acuerdo explícito de recompensas inmediatas o futuras. Es lo que lo diferencia de la economía del trueque. Aunque, de alguna manera, existe cierta expectativa de reciprocidad.
La teoría de juegos, desarrollada por John Nash, cuya vida le recomiendo ver en la película “Una mente brillante”, dice que los seres humanos somos altruistas condicionales: hacemos el bien cuando nos hacen el bien, hacemos el mal cuando nos hacen el mal. Y también, damos regalos a las personas porque creemos que ellos también nos harán regalos a nosotros. El reflejo de eso es la solución algo simplista que eligen algunos grupos: o todos dan regalos o nadie da regalos. Esto es conocido como los dos equilibrios de Nash, que es la regla que reinaba en mi casa hasta que, por alguna razón que yo misma desconozco, se me dio por romperla.
Otras teorías dicen que uno da regalos a amigos o a enemigos potenciales para establecer una relación, endeudándolos. Es una forma de que tal relación persista porque, por ejemplo, en época de cumpleaños, debe haber un lapso de tiempo entre el regalo y el “contrarregalo”; uno u otro socio siempre termina endeudado.
Por eso, olvidar el regalo de vuelta puede ser suficiente para interpretar que se quiere terminar la relación. Estas teorías dicen que sin una relación de deuda, no hay reciprocidad y esto es lo que distingue la economía del regalo de un “verdadero regalo”, dado sin expectativa de retorno
Pero, hay otro stress adicional: ¿cómo saber lo que la otra persona quiere? Más aún, ¿cuál es el monto razonable que uno debe gastar para demostrar el mismo nivel percibido de afecto?
Salvo raras excepciones, existe asimetría de información: uno sabe más sobre las preferencias de uno mismo que de las de los demás. La forma fácil de salir de este dilema es regalar efectivo. Pero es probable que se interprete como falta de atención, el mismo acto de comprar un regalo tiene implícito el tomarse el tiempo y el esfuerzo por esa persona. Regalar dinero es muy práctico, pero puede ser ineficiente en términos de transmitir afecto.
Muchos consideran las fiestas como una fecha comercial y por eso reniegan de todo este dilema. Pero hay una realidad que no hay que ignorar: la economía del regalo ha sido investigada por economistas pero también por antropólogos, porque es un elemento fundamental para construir comunidad. No es solo un intercambio de información, es una conversación. Por eso más allá del stress y el agote que genera, es una buena ocasión para decir lo que uno siente